Los chicos y la tecnología, una relación que preocupa.
Pensar qué hacen los padres(Carolina Duek - Doctora en Ciencias Sociales. Autora de "Infancias entre Pantallas")
La relación de los chicos con las nuevas tecnologías y los dispositivos electrónicos disponibles (desde celulares hasta consolas de juego) es, para empezar, similar a la que tienen los adultos con ellas. Quiero decir, una de las claves para entender la relación de los niños y niñas con la tecnología es pensar que ésta es una continuidad de la que ellos observan y conviven. Siempre identifico una enorme preocupación de los padres respecto de la relación de sus hijos con la computadora y demás dispositivos, pero la pregunta que no suele hacerse es ¿cuál es la relación que los padres de esos chicos tienen con la tecnología? Con esta pregunta estamos ampliando el campo de análisis.
Ahora bien, encuentro con frecuencia una preocupación por la temprana iniciación de los chicos con los dispositivos electrónicos pero, a la vez, cada vez más tempranamente y por motivos que incluyen desde la seguridad hasta el control paterno, los padres les compran, prestan y comparten su celular, computadora, tabletas y reproductores de música. En sí mismo, eso no es un problema.
Lo que sí me parece problemático es cuando ese "compartir" está relacionado con que los chicos nos dejen hacer algo solos.
Sentarse con ellos a jugar, a usar algún juego del celular o de consola, modifica ese momento de juego y lo transforma en un espacio compartido que adquiere otro sentido. Usar la tecnología "para sacarse de encima a los chicos" es la contracara de la preocupación. Hay que sentarse, compartir, perder el tiempo con los chicos y ayudarlos a construir una relación con la tecnología en la que no estén solos, sino que puedan construirla con un adulto cerca.
Apresados en las fantasías
(José Barrionuevo - Psicólogo de la Fundación Barceló)
Lo primero que se puede destacar es que la relación de los niños con la tecnología -cada vez más temprana- y ese deseo de utilizar computadoras, celulares o conectarse a Facebook puede significar un reemplazo de los vínculos que se daban en los grupos de padres en otras generaciones. Me refiero, por ejemplo, a esas relaciones en la calle, en las esquinas de las casas. ¿Cuándo se puede ver esto como un problema? Cuando un chico se desconecta de la realidad de manera contundente o se hace superfluo cualquier otro tipo de contacto. Cuando esto se da en exceso, se puede hablar de una adicción o tecnoadicción, que se profundiza en la adolescencia, principalmente con los videojuegos. El tema es que se llega a ese punto por una realidad social. Esto no le pasa al chico solo, de un día para otro. Cuando el padre llega del trabajo molido por las exigencias es preferible que el nene no moleste, que se entretenga de cualquier manera.
Un tema interesante para analizar es cómo los aparatos electrónicos hacen jugar la fantasía de los chicos. El tema de conectarse o desconectarse, en otro momento tenía que ver con el vínculo con el otro. Hoy ese otro es un personaje virtual. La fantasía juega un papel importante en la constitución de la subjetividad. Pero es necesario que no queden apresados en esas fantasías.
Con respecto a los límites que ponen los padres, desde mi perspectiva puedo decir que el valor de la palabra es indiscutible. Hacer pensar al hijo sobre las dificultades que acarrea estar conectado todo el tiempo; los límites pueden ser consensuados. La autoridad en exceso que los padres intentan imponer cuando se sienten débiles tiene una eficacia frágil, termina siendo contraproducente, y autoridad se convierte en autoritarismo.
La relación de los chicos con las nuevas tecnologías y los dispositivos electrónicos disponibles (desde celulares hasta consolas de juego) es, para empezar, similar a la que tienen los adultos con ellas. Quiero decir, una de las claves para entender la relación de los niños y niñas con la tecnología es pensar que ésta es una continuidad de la que ellos observan y conviven. Siempre identifico una enorme preocupación de los padres respecto de la relación de sus hijos con la computadora y demás dispositivos, pero la pregunta que no suele hacerse es ¿cuál es la relación que los padres de esos chicos tienen con la tecnología? Con esta pregunta estamos ampliando el campo de análisis.
Ahora bien, encuentro con frecuencia una preocupación por la temprana iniciación de los chicos con los dispositivos electrónicos pero, a la vez, cada vez más tempranamente y por motivos que incluyen desde la seguridad hasta el control paterno, los padres les compran, prestan y comparten su celular, computadora, tabletas y reproductores de música. En sí mismo, eso no es un problema.
Lo que sí me parece problemático es cuando ese "compartir" está relacionado con que los chicos nos dejen hacer algo solos.
Sentarse con ellos a jugar, a usar algún juego del celular o de consola, modifica ese momento de juego y lo transforma en un espacio compartido que adquiere otro sentido. Usar la tecnología "para sacarse de encima a los chicos" es la contracara de la preocupación. Hay que sentarse, compartir, perder el tiempo con los chicos y ayudarlos a construir una relación con la tecnología en la que no estén solos, sino que puedan construirla con un adulto cerca.
Apresados en las fantasías
(José Barrionuevo - Psicólogo de la Fundación Barceló)
Lo primero que se puede destacar es que la relación de los niños con la tecnología -cada vez más temprana- y ese deseo de utilizar computadoras, celulares o conectarse a Facebook puede significar un reemplazo de los vínculos que se daban en los grupos de padres en otras generaciones. Me refiero, por ejemplo, a esas relaciones en la calle, en las esquinas de las casas. ¿Cuándo se puede ver esto como un problema? Cuando un chico se desconecta de la realidad de manera contundente o se hace superfluo cualquier otro tipo de contacto. Cuando esto se da en exceso, se puede hablar de una adicción o tecnoadicción, que se profundiza en la adolescencia, principalmente con los videojuegos. El tema es que se llega a ese punto por una realidad social. Esto no le pasa al chico solo, de un día para otro. Cuando el padre llega del trabajo molido por las exigencias es preferible que el nene no moleste, que se entretenga de cualquier manera.
Un tema interesante para analizar es cómo los aparatos electrónicos hacen jugar la fantasía de los chicos. El tema de conectarse o desconectarse, en otro momento tenía que ver con el vínculo con el otro. Hoy ese otro es un personaje virtual. La fantasía juega un papel importante en la constitución de la subjetividad. Pero es necesario que no queden apresados en esas fantasías.
Con respecto a los límites que ponen los padres, desde mi perspectiva puedo decir que el valor de la palabra es indiscutible. Hacer pensar al hijo sobre las dificultades que acarrea estar conectado todo el tiempo; los límites pueden ser consensuados. La autoridad en exceso que los padres intentan imponer cuando se sienten débiles tiene una eficacia frágil, termina siendo contraproducente, y autoridad se convierte en autoritarismo.
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